Redacción y fotografía
MELISSA M. LAGUNA
Por regla general decimos no ser supersticiosos pero a la hora de la verdad si podemos evitar cosas como pasar por debajo de una escalera, el número trece o romper un espejo, mejor. Carlos Sainz iba ganando el rally de Monte-Carlo, un gato negro se le cruzó y a los 300 metros se le paró el coche. “No soy supersticioso pero los gatos negros no me han gustado nunca” declaró el piloto.
Lo mismo le sucede a Tara, nombre occidental de Ying Lien, una arquitecta taiwanesa que trabaja en Taipéi. Tara dice creer únicamente en ella misma, ni en Buda, ni en la reencarnación, ni en supersticiones como la mayoría de sus paisanos. No se considera supersticiosa pero todo lo relacionado con estos temas tiene un por si acaso…
A Tara le encantan los pendientes pero no tiene agujeros en sus orejas. El motivo: un por si acaso relacionado con una superstición China. Tara explica que en la sociedad tradicional asiática sólo las mujeres tienen agujeros en sus orejas y mucha gente piensa que si una dama agujerea sus lóbulos volverá a ser mujer en su nueva vida. Según ella, años atrás la gran mayoría de las mujeres optaban por seguir esta superstición. “Ahora no tanto, pero siempre la vida de las mujeres ha sido más difícil, con menos libertad y tradicionalmente dedicadas a sus maridos. Nadie quiere eso en dos vidas seguidas”.
Tara reconoce que en la actualidad la situación de las mujeres ha cambiado bastante y que su vida “no está mal”: tiene un buen trabajo, está felizmente casada en una relación de igual a igual y no se siente inferior por razón de sexo como lo hicieron sus antepasados. Pero a pesar de ello, sólo por si acaso, prefiere dejar sus orejas como están, evitar los desasosiegos. “Yo no creo en la reencarnación pero ser mujer otra vez sería aburridísimo por eso prefiero no probar”. Tara dice que sí la reencarnación existiera a ella le gustaría cambiar porque una vida como mujer es suficiente. “Me gustaría reencarnarme en una piedra” dice convencidísima, no es un comentario que se le acabe de ocurrir. “¿En una piedra?” no puedo evitar preguntarle con asombro. Tara es puro nervio, vitalidad y sentido del humor. Resulta muy difícil relacionarla con algo inerte. “Sí. En una piedra porque una piedra no tiene que pagar facturas” contesta. Desde luego razón no le falta.
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sosiegos y desasosiegos... 