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Redacción MELISSA M. LAGUNA
Fotografía LEA KISSLING

Uno de los mayores sosiegos de Lea Kissling es conocer mundo. El espíritu nómada de esta joven suiza de 20 años la ha llevado a visitar diferentes ciudades de Marruecos, Alemania, Francia, Italia o España y a vivir durante un tiempo en Australia.

Pero Lea no viaja sola, desde hace más de seis años, cuando era  prácticamente una niña, tiene una incondicional compañera de viaje, su cámara Sony Alpha. Con ella se apropia para siempre de un pedacito de los lugares que visita.

Lea recién ha pasado una semana por Madrid. Un cálido atardecer, sus gentes disfrutando de un soleado día primaveral y un poco de comida typical Spanish son algunas de las cosas que Lea se ha llevado de la capital española.

 

 


Redacción MELISSA M. LAGUNA  
Fotografía MARÍA LÓPEZ

A Rebeca le sobran muchas cosas como dulzura, simpatía o alegría, pero no tiempo. Las guardias y los horarios a veces imposibles de su trabajo como enfermera no le han impedido terminar sus estudios de periodismo e intentar hacerse un hueco en la profesión escribiendo para un diario local.         

Las vacaciones son la época perfecta para liberarse del estrés, hacer un viaje y volver a la vida cotidiana con las pilas cargadas. Rebeca lo sabe, pero el verano pasado su espíritu solidario no le permitió conformarse el típico retiro veraniego de sol y playa.        

Ella y dos de sus amigas, María y Araceli, hicieron uso de sus ahorros y emprendieron rumbo a Perú. Durante sus vacaciones serían voluntarias de Suyay, una ONG que desde el año 2002 trabaja en la zona convencida de que otro mundo es posible.         

Rebeca, en Machu Pichu, durante su estancia en Perú

Para ser voluntario de Suyay no tienes que ejercer una profesión concreta o tener un perfil determinado. Rebeca recuerda la frase con la que Yolanda, misionera de la ONG, explica que todos podemos colaborar y vivir la experiencia: “Tú aportas lo que tú eres”.        

Colabora          

Hazte voluntario con Suyay


Redacción MELISSA M. LAGUNA

El Código Penal es muy gordo y bastante tienen ustedes con lo que tienen. Por ello, con el fin de guardarles el sosiego, en la medida de mis posibilidades, les doy alguna que otra clave para que no vayan ustedes a meter la pata por no saber lo que legalmente les puede traer algún que otro desasosiego.

Es de bien nacido ser agradecido, dice un refrán, y si, con ese afán de agradecimiento, alguien nos hace un regalín lo común es ser educados y aceptar el detalle. ¡Cuidado con esto señorías! Hay algo que deben saber.

Homicidio, asesinato, detenciones ilegales, secuestro, robo, hurto, agresión sexual, tráfico de drogas o prevaricación son algunas de las conductas típicas punibles en el Código Penal. Esto ustedes lo controlan, es fácil, si bien alguno que otro con eso de la prevaricación se lía un poco, pero esto lo dejaremos para otra lección.

Lo que tienen que mirarse, aunque sea por encima, es otra figurilla jurídica que también se condena en el ordenamiento español. Se llama cohecho impropio,  está regulada en artículo 426 del Código Penal y viene a decir algo así como que la autoridad o funcionario público (ustedes lo son, claro está) que admita un presente en consideración a su cargo incurre en el tipo delictivo.

Hay regalos y regalos, dirán sus señorías. Pues sí, razón no les falta. Según Francisco Muñoz Conde, una figura del Derecho Penal reconocida internacionalmente,  aunque en el ejercicio de la función pública el funcionario no debe admitir del particular ningún tipo de contraprestación económica, pueden tolerarse gratificaciones que “pueden ir desde el ofrecimiento de un cigarrillo o un buen cigarro puro hasta la invitación de un café o cerveza, o el envío de un ramo de flores”.

Antes de terminar, un apunte. Además del impropio, existe lo que se denomina cohecho propio.  Confío en que su lógica jurídica les ayude a reconocer este tipo que es todavía más feo que el anterior, pero, para evitar sustos, échenle un vistazo al artículo 425 del Código.

¡Huy señorías, qué se nos va el tiempo! Tomen nota de un supuesto práctico para el próximo día: Un particular, ligado a una empresa adjudicataria de diversos contratos de una Comunidad  Autónoma, regala a un funcionario público, con potestad para interferir el proceso de adjudicación, barra libre en un prestigioso establecimiento de moda de la calle Serrano de Madrid aceptando dicho funcionario el presente y recibiendo trajes y demás complementos por valor superior a 30.000 euros. ¿Ante qué tipo penal nos encontramos?


Fuente: Reporteros Sin Fronteras

Redacción MELISSA M. LAGUNA
Fotografía CARLOS DE ANDRÉS

Y las espeluznantes cifras que cerraron el año pasado tampoco dejan lugar para el sosiego. Con este suma y sigue de periodistas muertos y entre rejas cada 3 de mayo resulta más difícil conmemorar el Día Internacional de la Libertad de Prensa.    

Como siempre, detrás de las estadísticas hay personas, en este caso, con una historia que terminó como no tenía que haber terminado.    

    

Juantxu Rodríguez murió al ser alcanzado por un disparo de un soldado estadounidense –qué casualidad– durante la invasión de Panamá cuando se encontraba cubriendo el conflicto con la periodista Maruja Torres. Nadie mejor que ella pudo relatar el fatídico momento y recordarlo para los lectores del País años más tarde.    

Enlaces relacionados    

☺ Juantxu Rodríguez, colaborador de EL PAÍS, muerto a tiros en una zona controlada por EE UU. Maruja Torres. El País. 22/12/1989    

☺ La última foto de Juantxu Rodríguez. Maruja Torres. El País. 06/08/2006    

☺ Se cumplen 20 años del asesinato del fotógrafo Juantxu Rodríguez, en Panamá. Vídeo TVE. 23/12/2009

Madres


Redacción MELISSA M. LAGUNA

En casa; en nuestra misma ciudad o a kilómetros de distancia; en esta o, incluso, en otra vida. Da igual, ellas siempre están cerca de nosotros, el domingo que nuestro calendario dice que es su día y todos los demás.

 


Redacción MELISSA M. LAGUNA 

Un tío to loco que se quiere suicidar porque su novia le ha dejado, ella le decía que se comportaba raro, pero es que el chaval tuvo una infancia mu mala; un policía -que no es poli porque trabaja en La Parroquia de Onda Cero con el que está to loco- que tiene que convencerle para que no se suicide, pero que al final acaba queriéndose matar él; y, además, un tema de Camilo Sesto.

Así, con una trama tan excéntrica como insólita y un duelo de monólogos desternillante, se presenta en el Teatro Infanta Isabel de Madrid la obra Vivir así es morir de humor. Una función con garantía de risa avalada por sus creadores, Sergio Fernández “El Monaguillo” y Arturo González-Campos, en la que mientras ellos mueren de humor, el público se parte de risa.

 


Redacción MELISSA M. LAGUNA
Imagen JOSECOUSO.INFO

En la misma semana en la que se cumplen siete años del asesinato de José Couso, cámara de Telecinco muerto por el ataque de un blindado estadounidense en el Hotel Palestina, las noticias que se siguen conociendo sobre las terribles actuaciones del ejército de Estados Unidos en la guerra de Irak no dejan lugar para el sosiego.

La de Irak fue una guerra injusta, como lo son todas las guerras, e ilegal desde el punto de vista del Derecho Internacional al que Estados Unidos insultó en pro de una arrogante unilateralidad con la que increpó su derecho a una figura jurídica inexistente, la legítima defensa preventiva.

Y es que por aquel entonces a Estados Unidos le costaba entender eso de la legítima defensa. El sargento Shawn Gibson  -quien disparó el proyectil sobre el hotel- y sus superiores, el capitán Philip Wolford y el coronel Philip de Camp, esgrimieron también la necesidad de defenderse previamente ante un inminente ataque que les llegaría desde el Palestina, hotel de sobra conocido por alojar a la prensa internacional durante el conflicto.

Lógico. ¿Qué podía suponer mayor amenaza para un blindado de la Tercera División de Infantería del Ejército de Estados Unidos que el objetivo de la cámara de un reportero? Menos mal que los militares se defendieron. En fin…

Enlaces relacionados

Un vídeo muestra cómo militares estadounidenses matan en Bagdad a un fotógrafo de Reuters. El País. 06/04/2010.

La habitación de José Couso. Miguel Ayestarán. Corresponsal ABC en Bagdad. 15/03/2010.

Recomendación

Ninguna guerra se parece a otra. Libro de Jon Sistiaga, periodista que cubría junto a Couso el conflicto de Irak.


Redacción MELISSA M. LAGUNA

Si dentro del desasosiego cabe un poco de sosiego, este se ha producido esta semana para las víctimas de la talidomida. Aunque estas han tenido que ver  pasar casi cincuenta años desde la prohibición del medicamento – recetado para tratar las náuseas del embarazo y que originó el nacimiento de miles de niños con focomelia–  hasta que, al fin, los poderes públicos se han decidido a tomar medidas para reconocer su padecimiento.

Desafortunadamente el de la talidomida no es el único caso en el que un medicamento, en principio inofensivo, hipoteca la salud del paciente de por vida. El agreal es otro ejemplo. Este tratamiento -que fue prescrito durante más de 20 años para combatir los sofocos relacionados con la menopausia- ocasionó daños psiquiátricos y neurológicos en cientos de mujeres.

El bufete de Fernando Osuna, abogado de las víctimas, ha recibido hasta la fecha 1.700 denuncias de afectadas por la toma del agreal. Hay procesos pendientes de resolución, pero, por el momento, sólo 21 han sido indemnizadas.

Ninguna de las afectadas fue informada de que el agreal podía ocasionar depresión, ansiedad, temblores, pérdida de memoria, trastornos del movimiento, Alzheimer o Parkinson. Ni siquiera el prospecto indicaba esa posibilidad, algo que ha reconocido la justicia española.

Cuando en el año 2005 la Agencia Española del Medicamento ordenó la suspensión de la venta de agreal, la noticia saltó a los medios, pero pasada la vorágine informativa las víctimas cayeron en el olvido.

En septiembre de 2008, mientras José Luis Rodríguez Zapatero comparecía en el Congreso, un grupo de mujeres, que habían accedido a la cámara como visitantes, interrumpían la sesión lanzando al aire unas cajas de medicamentos y solicitando asistencia sanitaria. Fueron desalojadas en cuestión de segundos. Eran ellas, enfermas del agreal. Aunque con particulares excepciones, de quiénes eran o qué reclamaban pocos medios se hicieron eco.

Aunque las tuve cara a cara, no soy capaz de recordar el rostro aquellas valientes, pero sí su desesperación y las lágrimas que brotaban de los ojos de una de ellas. Luchaban contra los temblores y los mareos -secuelas de la toma del medicamento- que les dificultaban hablar, pero querían, necesitaban que se las escuchara. Hablaban por ellas, por las otras afectadas que ese mismo día tirarían para adelante con su enfermedad y se manifestarían por las calles de Madrid y, por supuesto, por todas a las que el agreal les cambió la vida. Sólo reclamaban ayuda, atención médica para paliar sus dolores. Ellas estaban sanas antes de tomar agreal.

Enlaces relacionados

La farmacéutica Sanofi Aventis deberá indemnizar a otras 15 víctimas de Agreal. Miguel Jara. 30/03/09

María Cristina: “El agreal me ha causado mucho dolor y lágrimas”. El Periódico de Aragón. 20/03/2007

Una de las afectadas por Agreal, un fármaco para la menopausia: «Me convirtió en una desgraciada». 20 minutos. 26/02/2007

Sentencias

 ☺ Resoluciones judiciales sobre el agreal. Bufete Osuna

La unión hace la fuerza

Asociación de enfermas del agreal de España


Redacción MELISSA M. LAGUNA

Esto de los números 900 es como todo. Hay sosiegos y desasosiegos. Cuando tenemos que llamar a un teléfono que comienza por 900 -así de limpio,  con sus dos ceros bien redonditos-, perfecto porque no nos va a costar ni un euro. Pero, si detrás del nueve lo que tenemos que marcar es un cero y un siete, ya la cosa como que desasosiega un poco. Nunca sabemos muy bien por cuánto nos va a salir la broma de la llamada a un 907 -o a su primo, el 807-.

Para evitar sustos nunca está de más informarse sobre las tarifas de estos prefijos especiales. Entre los cero céntimos del 900 redondo y la clavada de los 907 está, entre otros, el prefijo 902.

Nadie se va a arruinar por llamar alguna vez a una línea 902. Su tarifa es la misma que las diferentes compañías aplican a las llamadas nacionales. El problema es que cada vez esta más de moda en empresas y organizaciones habilitar este tipo de líneas para prestar servicios a los que los ciudadanos necesitan acceder. Por ejemplo, para solicitar autorizaciones médicas, contactar con un servicio de reparaciones o dar parte de alguna incidencia a la compañía de seguros en la mayoría de las ocasiones tenemos que llamar a un número 902. Realizar habitualmente este tipo de llamadas puede incrementar considerablemente la factura telefónica. El principal motivo es que no están incluidas en las tarifas planas que los clientes contratan con las teleoperadoras.

 

Todos los teléfonos 900 tienen asignado un numero fijo convencional al que se puede llamar en lugar de al 900 y ahorrarse pagar una tarifa especial. Lo difícil es saber qué número fijo corresponde a qué número 900, algo que el maravilloso mundo wiki -que es muy majo él- se encarga de averiguar.

En nomasnumeros900.com el usuario puede introducir en un buscador el teléfono del que quiera encontrar su equivalente en fijo y dar con él gracias a la colaboración ciudadana de quienes han ido descubriendo qué números hay detrás de las líneas de tarificación especial e incluyéndolos en una amplísima wikilista.


«Yo no soy racista, pero…»

Redacción MELISSA M. LAGUNA

Las flaquezas de una sociedad multicultural se evidencian desde abajo, en la forma que tienen los nacionales de un país de recibir a los extranjeros. Son muchos los ciudadanos que desarrollan, sin reconocerlo, una especie de miedo ante el que viene de fuera para ganarse la vida. Sienten que les van quitar lo suyo y perciben el fenómeno del multiculturalismo y la inmigración como una amenaza.

El multiculturalismo existente en España, generado por los flujos de inmigración que recibe, deja al descubierto a un país que dice defender y amparar la libertad, la justicia y la igualdad entre otros valores -esto no lo digo yo, lo dice la mismísima Constitución en el primero de sus artículos-.

Es considerablemente difícil encontrar a un español que se confiese racista, aunque la típica expresión “Yo no soy racista, pero… que vengan con un contrato…que no me quiten trabajo…que no roben…”, -y así, un sinfín de infundadas afirmaciones que pretenden ser disculpadas con el falaz encabezamiento-, aparece en numerosas conversaciones.

La reiteración de este “Yo no soy racista, pero…” me resulta de lo más sorprendente y triste a la vez. Lo he escuchado desde a jóvenes hasta ancianos y lo más curioso es que todos parecen seguir la conversación con el mismo patrón. Si alguien les contesta y les recuerda que un día fuimos nosotros -los españoles- los que tuvimos que emigrar a otros países, en su mayoría, sueltan un “Pero los españoles íbamos con nuestro contrato de trabajo”, como si tuvieran la certeza de que el 100% de los emigrantes españoles contaron con un contrato -de todo habría, digo yo-.

Quienes hacen estas afirmaciones no asumen que los tiempos cambian pero que las necesidades básicas de los hombres –como alimento y seguridad- permanecen. Si un español de antaño se iba al extranjero era porque en España no podía cubrir estas necesidades y, si lo hacía con un contrato, era porque en ese tiempo tenía esa posibilidad. Su urgencia por huir de la miseria hubiera sido la misma sin un contrato y sin él hubiera salido igual de su país.

Hoy, si alguien no tiene ni encuentra trabajo y ve cómo día a día su familia sufre por no tener qué llevarse a la boca o su país está en guerra y quedándose en él lo más probable es que no sobreviva, sencillamente, tendrá la misma necesidad de emigrar que tuvieron los españoles hace no tanto tiempo.

Primera parte de esta opinión

Reflexiones sobre el multiculturalismo (I)

Arturo, Elena y Javier, tres nombres de una realidad inabarcable

El plan B: 700 millones de personas desean emigrar. Artículo de Moisés Naím. El País (21/02/2010)